El tenis es el deporte en el que
hablas contigo mismo. Otros deportistas no hablan consigo mismos como lo hacen
los tenistas. Los bateadores, los golfistas, los porteros de futbol se murmuran
cosas ellos mismos, claro está, pero los tenistas llegan a conversar y a
responderse. En el fragor de un partido los tenistas parecen locos en una plaza
pública que despotrican y maldicen y celebran debates con sus álter ego. ¿Por
qué? Pues porque el tenis es un deporte muy solitario. Sólo los boxeadores
pueden entender la soledad de los tenistas, y aun así ellos tienen a sus
asistentes sentados en las esquinas, además de los mánagers. Incluso el
oponente del boxeador le proporciona una especie de compañía; es alguien a
quien puede encararse y al que puede gruñir. Pero en el tenis te plantas frente
a tu enemigo, intercambias golpes con él, pero nunca lo tocas, ni hablas con
él, ni haces nada con él. Las reglas prohíben incluso que el tenista hable con
su entrenador cuando se encuentra en la pista. A veces se compara la soledad
del tenista con la del corredor de fondo, pero yo no puedo evitar reírme. Al
menos ese corredor puede oler y sentir a sus contrincantes. Se encuentran a
escasos centímetros de distancia. En el tenis estás en una isla. De todos los
deportes que practican hombres y mujeres, el tenis es lo más parecido a una
reclusión en régimen de aislamiento que, inevitablemente, propicia la
conversación con uno mismo.
Andre Agassi - Open
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