17 may 2017

Versión en crudo

del reportaje realizado para La Voz del Interior -Córdoba-
Por Verónica Molas


-La muestra "En proceso" que estás exhibiendo en el Museo Caraffa condensa una potencia a la vez física (la pintura en sí misma tiene un cuerpo...) y espiritual?
Vos cómo lo sentís, pensás, cómo lo ves?

- Supongo que la pintura en general tiene mucho de eso, no es que la confluencia de lo físico y lo espiritual alcancen para definir a la pintura en sí, pero probablemente en el caso de mi obra seguramente influye el hecho de trabajar tanto sobre la figura humana, por otro lado mi lenguaje suele basarse en una pincelada cargada de materia y eso puede que acentúe aún más el carácter físico de mi pintura, en cuanto a lo espiritual, quizás ése sea un terreno más pantanoso, sólo me animaría a decir que el tratamiento de la materia y la concepción general de las formas muchas veces responden más a las tensiones que hay entre el pintor y aquello que pinta, que a una formalidad de la representación, como sea, ni lo físico ni lo espiritual tienen un lugar excluyente en mi trabajo, también intervienen lo racional, lo inconsciente, y por supuesto lo cultural, pero todo, inclusive lo físico y lo espiritual, está al servicio de la pintura, son como los motores que la hacen funcionar.


-Entiendo que se trata de pinturas que van de los 90 a este año, ¿qué pasó en tu obra en ese tiempo?

- Lamentablemente por falta de espacio no se pudo exponer toda la obra que se preveía, casi toda mi primer etapa expresionista quedó fuera de la exposición, dicho esto, en la muestra pueden verse algunas obras de los ’90 que dan cuenta de una búsqueda dentro de una figuración bastante académica donde el expresionismo fue quedando como escondido en la pincelada y en el tratamiento de la materia, luego en los comienzos del 2000 ingreso en un lenguaje aún más académico debido a una etapa hiperrealista que atravesé por cuestiones puramente de supervivencia, pero hacia el 2010 vuelvo sobre mi lenguaje y esta vez aquel expresionismo inicial ya no se circunscribe exclusivamente a la pincelada, sino que alcanza también al color y a la composición sin que esto necesariamente me aleje del realismo; por eso la muestra se llama “En Proceso” porque lo que puede verse es que el lenguaje fluctúa sin que eso implique una lógica lineal, el desarrollo de un lenguaje muchas veces supone desaprender, nutrirse de sí mismo, y algunas pocas veces avanzar; es como desmalezar para encontrar lo que está abajo; por eso a veces para un pintor, un solo cuadro o diez no son nada, lo que importa es el conjunto, eso que te enfrenta a la verdad de lo que hiciste y de lo que estás haciendo, tu propio proceso.


-La historia del arte, algunos de sus protagonistas, son tu inspiración? materia de estudio, indagación? fascinación?

- La historia del arte es fundamentalmente donde uno aprende, mi formación fue básicamente autodidacta y en ése sentido la historia del arte siempre ha sido la referencia directa para saber de qué se trata esto de pintar, he pintado a varios de esos protagonistas simplemente porque a veces me suelo encontrar con sus figuras con más frecuencia de la que me encuentro con la de mis familiares o incluso la de mis amigos (a quienes también pinto por supuesto). Quizás el caso de Kitaj sea particular, lo he pintado más que a nadie, pero porque siento que le debo una especie de alivio, suelo mirar mucho a la llamada “Escuela de Londres” y cuando la influencia de pintores como Bacon o Freud tienden a hacerte sentir que ya está todo hecho, que cerraron y apagaron la luz, Kitaj te demuestra que no, que se puede dialogar con Degas, con Munch, con Goya y hasta con Giotto sin dejar de lado tu lenguaje, lo cual es un verdadero alivio.


-¿Por qué elegís pintar grandes retratos o cuerpos en primerísimo primer plano? ¿Qué ideas hay detrás de decisiones como ésta?

- Supongo que eso es una exacerbación típica de pintor figurativo, tiendo a ver la pintura en la figura en sí, no tengo mucha inclinación a meterme en planteos narrativos, a contar historias o buscar “climas” por así decirlo, el hecho pictórico me aparece en la figura misma y suelo quedarme con eso y muchas veces a ocupar todo el plano con eso. El tema es que me gusta pintar grande para sentirme libre con la pincelada y en esas escalas las figuras se te vienen un poco encima; a veces creo que me gustaría quitarle un poco de protagonismo a la figura para abrir el juego en la composición, pero no me resulta fácil, así que te diría que lo vivo casi como una rigidez; quizás en una próxima etapa algo de eso cambie.


-Finalmente, ¿la pintura es tu campo de investigación? y qué otra cosa significa para vos pintar en el presente?

- Creo que la pintura es más bien mi campo de acción, yo soy pintor, soy el que hace; y creo que hacer pintura hoy en día es todo un desafío, el arte contemporáneo se ha vuelto una especie de océano de experiencias en el que la pintura es casi una rareza. Pintar en el presente para mí significa principalmente dos cosas: por un lado la responsabilidad de asumir el legado de quienes nos precedieron y ser digno de él, y por otro lado, el temple para no ceder al mandato de una época adicta a la novedad y a la inmediatez, la pintura contemporánea tiene la posibilidad de profundizar, y mucho, en sus estéticas, pero es necesario entender que los tiempos del arte, y sobre todo de la pintura, son largos; que el espíritu de época (ya que empezamos hablando del espíritu) no lo marcan ni las ferias, ni los medios. Creo que los pintores seguimos parados sobre los hombros de Velázquez y eso sigue siendo un asunto tan serio como lo fue siempre.