Pomo - óleo sobre tela - 27 x 35 cm - 2017 |
El óleo viene en pomo, como el dentífrico, pero no se usa con cepillo sino con pincel, y cuando se te termina es casi igual de molesto, o más, porque si te agarra a mitad de la noche no encontrás una artística abierta ni en broma, en cambio con el dentífrico siempre alguna farmacia de turno te salva; por eso es bueno tener siempre mucho óleo en la mesa de trabajo, o no pintar de noche, uno nunca sabe cuánto azul de Prusia se te va en un cuadro.
En otra época
el óleo tenía que hacérselo uno mismo, sobre todo el que lo inventó, que se
dice que fue un tal Jan van Eyck (pero que en realidad no, porque ya se había
inventado de antes); el caso es que igual van Eyck tenía que ir a comprarle los
pigmentos a un boticario (que justamente, era como el farmacéutico de aquella
época) y ponerse a molerlos en unos morteros con aceite de linaza hasta que
quedaba una pasta aceitosa de color muy vívido, era un proceso muy difícil que
llevaba mucho tiempo y paciencia y era carísimo, pero valía la pena porque gracias
al aceite que tarda un montón en secar, uno podía pintar el retrato de los Arnolfini
sin andar a las corridas.
Más tarde vino
Rubens, que usaba mucho óleo y mucha carne, por eso seguramente unos siglos
después, un tal De Kooning dijo que la carne es la razón por la cual se inventó
el óleo, y aunque no es verdad, yo creo que es muy cierto.
Como sea, el
asunto es que hace un tiempo que ya no hace falta hacerse el óleo uno mismo,
ahora ya viene hecho y puede comprarse en librerías artísticas, hay cientos de
colores, marcas y calidades, pero lo mejor es que sigue secando lento, no como
el acrílico, que te apura casi con prepotencia y encima no te queda tan bien;
el problema es que justo ahora que el óleo es tan accesible, a la gente empezó
a gustarle una pintura que no se pinta, que no te desespere entonces si vas a
un museo y te encontrás con que en lugar de una pintura al óleo, ahora hay un
dentífrico.
F.
O’C.
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